Esta página fue hecha con el simple y divertido fin de mostrar varias piezas visuales
de cuando hice mi viaje hacia Japón en 2020 como parte de mi cumpleaños de 15 años. Cabe resaltar que en
ese momento no había llegado la pandemia del covid a la Argentina, razón por la que esta idea fue posible
hacerla realidad antes de que sucediera lo peor. Muchas de las fotos mostradas aquí tienen un mayor
enfoque en los objetos, animales, personas, lugares y estatuas debido a que quiero que aprecien los elementos
culturales que se pudo encontrar allí.
En ese día llegué con mi familia al país del sol naciente y nos dirigimos hacia la ciudad de Tokyo por medio
de un tren bala.
Cuando arribamos a un hotel del barrio de Ochanomizu, decidimos ir a cenar a algún restaurante porque en ese
momento ya era de noche, y luego de una breve caminata, nos topamos con una pequeña casa que era dirigida
por una mujer adulta. Ahí, me había pedido una gaseosa que según el menú lo nombraba como "Bubblegum ramune soda".
Cuando la señora me lo dio, me quedé asombrada por su peculiar diseño que decidí llevarmelo de recuerdo. Nunca
había visto una botella como esa.
Al día siguiente paseamos por el mercado de pescado de Tsukiji, que vendían desde comidas marinas, como
cangrejos y huevos de pez, hasta objetos hermosos. También había una tapa de alcantarilla con el dibujo de
una flor de cerezo, y no era diferente a las otras tapas.
Luego de pasear por ahí, fuimos recorriendo edificios y tiendas, y en estas últimas habían varias
maquinitas de jueguetes u objetos diferentes. Por otro lado, en un centro comercial llamado Ginta Six, existía
una terraza en la que había un árbol con flores de cerezo.
Fuimos al parque Ueno, el cual poseía un zoológico y algunos templos. Para un día despejado y soleado, fue una
buena visita.
Después fuimos al museo Nacional de Japón, donde había un montón de objetos en exhibición, entre ellos las dos
katanas de la foto de abajo; y durante atardecer, ya cuando la luna estaba bajando, nos dirigimos hacia el
Skytree de Tokio, una torre de 634 metros que te permitía observar la ciudad por completo. Fue fascinante.
Al día siguiente recorrimos un barrio de Shinjuku llamado Golden Gai, el cual era un extraño laberinto de
callejones con varios posters de peliculas y música, en donde hasta incluso los elementos que habitaban allí
eran de destacar, como la lámpara de vidrio azul al que le dediqué una foto.
Más tarde, con mi familia viajamos con un micro que nos llevó al Museo de Estudio Ghibli, el cual exhibe los
trabajos de muchas famosas películas animadas japonesas de la historia.
En aquel día fuimos al Santurio de Meiji. Lo que lo hacía más hermoso era el hecho de que se encontraba dentro
de un mar de árboles, además de elementos que acompañaban a su estructura arquitectónica. Una vez que salimos
de aquella zona, nos encontramos con un gran paisaje terrestre, y de ahí, nos dividimos y no dirigimos a
mirar diferentes tiendas.
Después, ya siendo de noche, nos encontramos con la estatua de Hachiko.
Al día siguiente nos fuimos a Takayama. Una vez que llegamos, fuimos a un hotel, el cual era bastante
tradicional a dejar nuestras maletas para así pasear por el pueblo cercano. Quisimos acceder a un templo que al
final estaba cerrado, aún así los locales estaban abiertos, por lo que no nos impidió de comprar comida.
Luego del desayuno, nuestro próximo destino fue el Castillo de Kanazawa, y era gigante al igual que su propio
jardín.
A pesar de haber sido un lugar interesante, hubo humedad y no tanto, pero algo, de lluvia. Sin embargo, la
vuelta al hotel se había vuelto preciosa y divertida. Aparte de los coles ornamentales, la extrañísima
estatua de piernas enredadas y el delicioso té de limón, Takayama estaba nevando cuando volvimos. Y buscando
un lugar en donde cenar, nos encontramos con una cabaña tranquila y acogedora.
Ese día fue bastante calmado una vez que llegamos a Kioto. Una de las pocas memorias destacables de aquel
momento fue el haber ido al Museo Internacional de Manga de Kioto y el de habernos encontrado con unos primos
míos (quienes también quisieron viajar a Japón) cuando nos habíamos dirigido hacia una librería después de
haber salido de dicho museo.
La mayor parte de la mañana consistió en visitar al Bosque de Bambú de Arashiyama (distrito que queda en
la misma ciudad de Kioto), y fue bastante lindo el haber estado alrededor de varios bambués. Después, a la
noche y con un poco de lluvia, caminamos hacia el santuario de Fushimi Inari-Taisha, cuyos colores y
linternas generaban un gran contraste con la oscuridad de la noche.
Al día siguiente, nos dirigimos hacia Hiroshima, y fue un día bastante tranquilo y de clima despejado. La mayor
parte de la mañana nos quedamos paseando por el Parque Memorial de la Paz, el cual estaba cerca de la Cúmula
de la Bomba Atómica.
Más tarde, nos encontramos nuevamente con nuestros primos y nos quedamos observando y comprando objetos en un
centro comercial.
Nos fuimos en barco hacia la isla de Miyajima. Estaba lleno de ciervos y budismo, lo cual me pareció bastante
tierno. Y como no olvidarme el del Tanuki.
Cuando volvimos a Hiroshima nos fuimos al Museo de la ciudad, el cual estaba repleto de anécdotas y objetos
conservados que estuvieron involucrados durante el suceso de la bomba atómica. Fue bastante estremecedor. A
pesar de no haber podido sacarles fotos debido a la prohibición por parte del mismo lugar, pudimos encontrar otra
cosa igual de interesante fuera del mismo museo: el hipocentro de la explosión.
(Para esta parte no hay mucho para contar aparte del hecho de que visitamos el castillo de Hiroshima, y de que
en el tren me tomé una botellita de chocolate caliente durante nuestro viaje hacia la ciudad de Nara).
Casi en todo el día nos quedamos paseando por el Parque de Nara, el cual incluía un gran templo budista.
Fue un día lluvioso, pero el hecho de que nuevamente me haya encontrado con varios ciervos hizo que el día
lo sintiese un poquito más entretenido.
En aquel día volvimos nuevamente a Tokio. Puesto que ya se acercaba el día de la vuelta a casa, no solo era
el camino más lógico, sino que también nos dio la oportunidad de explorar más lugares y ver si llevarnos algún
recuerdo de aquel país. Por mi parte, me fui junto a mi papá a explorar libros, lo que también nos llevó
a ir a la zona de Akihabara, la cual se la conoce por ser un lugar comercial especializado en electrónicos,
tecnologías, videojuegos, anime y mangas, y de ahí me compré algunos mangas.
Personalmente, aquel día fue corto: con mi familia visitamos el Parque Onshi-Hakone luego de navegar por un
sendero de un lugar llamado Hakone Kyukaido, el cual era montañoso. En aquel parque, podías contemplar el
Monte Fuji desde lejos, y fue bastante lindo y pacífico.
(De este día no tengo algo especial para mostrar puesto que después nos fuimos al aeropuerto y volamos hacia
Estados Unidos para luego llegar cómodamente a Argentina).